FIESTA DE LA LUZ DE 7MO GRADO

El gesto del verano nos trajo toda la vida de la tierra que se ha elevado desde su interior hacia la luz. Plantas, flores, animales, colores y sonidos de la naturaleza transforman a la tierra en un espejo del cosmos. Estas fuerzas nos envuelven a nosotros y nos llevan hacia afuera como en un sueño.

Con el otoño la tierra comienza a reunir las energías que se han dispersado durante el verano siendo exhaladas hacia el cosmos para atraerlas hacia sí. Y, mientras la luz se vuelve más fría y el viento y las nubes hinchadas se oscurecen, la llegada del invierno nos hace sentir la necesidad de retornar a nuestras casas. Días que se acallan, oro que se apaga, pareciera que la vida muere, pero en esa quietud, en lo profundo de la tierra, guarda el calor y, la semilla que en ella duerme, dará nuevos brotes en primavera.

Es por este gran ritmo que la naturaleza ofrece lo saludable para el ser humano que sabe conectarse con este acontecer.
En esta época invernal lo físico-terrestre está más presente en nuestra conciencia. Los problemas laborales y económicos ocupan nuestras preocupaciones, pero, al mismo tiempo, resuena un llamado a nuestro quehacer y al despertar de las fuerzas de la voluntad para cumplir con alegría la tarea que nos ha sido encomendada.

Esta vez, la Fiesta de la Luz fue la oportunidad para realizar el cierre entre la maestra y los jóvenes de 7mo grado que ya son parte de nuestra secundaria. Para esta fiesta especial, por primera y única vez, se invitó a madres y padres a compartir esta imagen del invierno en la intimidad del aula, junto a sus hijos/as, celebrando el encuentro en la noche oscura y fría, buscando el calor de la luz de cada uno para que iluminen juntas.

Este evento, tradicionalmente, se realiza a puertas cerradas cada año antes del receso invernal. El salón se prepara con un espiral de ramas de pino armado en el suelo como camino. Cada niño realiza el recorrido desde afuera hacia el interior, donde se llega a una luz central. Allí enciende su vela y la coloca en el borde del espiral. Entre cantos y veneración por el momento sagrado llega la hora de llevar esa luz a casa. Antes del evento, los jóvenes prepararon las velas con cera de abejas, para que ese día cada uno pueda recibir un regalo para el alma; las fuerzas y el calor para enfrentar los desafíos venideros y el deseo de ver, con el cambio de estación, los nuevos brotes como esperanzas de lo bueno que ha de llegar.

En un clima de calma, guardando todo lo que hemos vivenciado como imagen, conservando ese silencio y cuidando la luz para que brille en nosotros, las familias y la maestra nos retiramos a nuestras casas para volvernos a encontrar en la escuela después del descanso.

Patricia Puebla – Maestra de 7mo grado